En una calle tranquila, a 100 metros del monasterio de Sant Cugat, encontramos este restaurante, que abrió sus puertas hace un año y ha conseguido hacerse con una clientela fiel. La clave de su éxito és un excelente producto y un servicio atento y personalizado. Con una decoración moderna y a la vez acogedora, han querido que el cliente vea como elaboran sus platos, dejando la cocina abierta, en la que hay una gran barbacoa donde se cuece la carne al estilo argentino más puro.
Sus especialidad són las carnes argentinas, el provolone, los chorizos crïollos, el matambre, entre otras especialidades. En su carta de postres destacamos el panqueque de dulce de leche. Dispone de una extensa carta de vinos argentinos y de nuestro país.
Es una buena elección para cualquier tipo de celebración familiar, intima o una reunión de trabajo.
Su día de cierre és el domingo por la noche y el lunes todo el día.
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